lunes, 15 de noviembre de 2021

El Genio Femenino según Juan Pablo II

 


Desde hace tiempo quería hablarles de esta maravillosa carta escrita por San Juan Pablo II en el año de 1995, que trata sobre la misión y vocación de la mujer en la Iglesia. En estas líneas, se nos describe tal cual somos y con qué fin hemos sido creadas en esta Tierra. También, a su vez alaba nuestros múltiples dones y talentos, así como el gran rol que desempeñamos en la sociedad y el cuidado de la humanidad.

El término “Genio Femenino” se describe previamente en la carta apostólica “Mulieris Dignitatem” de 1988, el cual se entendería como un conjunto de dones propiamente de la mujer y que se han visto reflejados en distintos momentos de la historia, tanto fuera como dentro de la Iglesia.

Aquí un extracto de la misma:

Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida.

Te doy gracias, mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.

Te doy gracias, mujer-hija y mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia.

Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del «misterio», a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad. 

Te doy gracias, mujer-consagrada, que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la Madre de Cristo, Verbo encarnado, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios, ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta «esponsal», que expresa maravillosamente la comunión que El quiere establecer con su criatura.

También Juan Pablo II, nos dedica estas líneas para transmitirnos esa gran admiración y devoción que tenía por nuestra Santísima Madre la Virgen María, a la cual pone como modelo femenino de múltiples cualidades en su faceta de madre, esposa, hija, trabajadora y misionera consagrada. Toda mujer católica, en sus diversos estados de vida puede seguir su santo ejemplo de virtud, entrega y confianza en Dios.

A su vez, esta carta es una acertada respuesta a diversos cuestionamientos y posturas feministas sobre nuestra dignidad, ya que las partidarias de esta ideología argumentan que nuestra religión nos esclaviza o desmoraliza frente a la figura del varón, impidiendo así nuestro progreso profesional o laboral. Sin embargo, Juan Pablo II con estas palabras, reconoce nuestro papel en el mundo y nos dignifica como mujeres trabajadoras que cooperan diariamente al desarrollo de la sociedad.  

Yasmin Oré

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