Hoy en día, muchas jovencitas suelen tener como
ídolos o modelos a seguir, a mujeres que se desenvuelven en el mundo artístico
o la farándula (cantantes, actrices, youtubers, etc.). Sin embargo, dentro de
la iglesia, debemos promover entre las adolescentes, el conocer más la vida de
los santos, pues ellos son el verdadero modelo de virtudes que debemos admirar
e intentar seguir. Por ello, os presento la biografía de cuatro chicas
adolescentes con fama de santidad que vale la pena leer, con el fin de imitarlas o pedir su
intercesión:
Beata Laura Vicuña
Nació el 12 de abril de 1891 en Santiago de
Chile. Sus padres eran José Domingo Vicuña y Mercedes Pino. Su padre era un
simple soldado que cumplía sus funciones de manera entregada.
Luego del nacimiento de la segunda hija, Julia
Amanda Vicuña, José Domingo (el padre) falleció, dejando a su esposa y a sus
hijas sin fondos, sin un futuro claro u horizontes que pudiesen seguir, además
del riesgo que implicaba llevar el apellido Vicuña. Por ello decidieron ir a
Argentina para ocultarse durante un tiempo, mientras terminaban los conflictos
en Chile. Mercedes y sus hijas se establecieron en las proximidades de Neuquén.
Luego, se trasladaron a orillas del Río Quilquihué en el boliche que él poseía,
donde se encontró con Manuel Mora. Este personaje maltrató a la madre de Laura,
presionándola para que la atendiera como una esposa, pero sin mediar un
compromiso formal entre ambos. A cambio de ello, él costearía los estudios de
sus hijas, y ella permanecería con él. Es así como Laura ingresa al colegio
"Las Hijas de María Auxiliadora", que pertenece a la Congregación
Salesiana, donde fue instruida tanto en lo cultural como en lo cristiano.
Durante una de sus vacaciones escolares, Laura sufrió dos violentos ataques por
parte de Manuel, quien buscaba doblegar su voluntad. Como no logró su objetivo,
Manuel Mora se negó a seguir costeando los gastos de los estudios de las niñas.
Sin embargo, el colegio solucionó el problema permitiendo que Laura siguiera
estudiando gratis. A pesar de esto, Laura pensaba que la situación de su madre
no había mejorado, sintiendo que no había hecho nada por ayudarla.
Un día, y recordando la frase de Jesús:
"No hay muestra de amor más grande que dar la vida por sus amigos",
Laura optó por pedir a Dios la salvación de su madre a cambio de su propia
vida. A los pocos meses cayó enferma, empeorando su salud conforme avanzaba
la enfermedad. En una visita de su madre, Mora la agredió dejándola herida en
su cama.12 La vida de Laura se iba apagando: “Señor, que yo sufra todo lo que
a ti te parezca bien, pero que mi madre se convierta y se salve”.
Antes de morir, Laura le pidió a su madre:
Muero. Yo misma se lo pedí a Jesús, hace dos
años que ofrecí mi vida por ti, para pedir la gracia de tu conversión. Mamá,
antes de morir ¿tendré la dicha de verte arrepentida?
Doña Mercedes, con los ojos en llanto, le
respondió diciendo:
Te juro en este momento que haré cuanto me
pides. Estoy arrepentida. ¡Dios es testigo de mi promesa!
Laura dijo al sacerdote que la asistía, y luego
a su madre:
Padre, mamá promete en este momento abandonar a
aquel hombre; sea usted testigo de su promesa [...] ¡Gracias, Jesús!, ¡Gracias,
María!, ¡Adiós, Mamá!, ¡Ahora muero contenta!
Así, el 22 de Enero de 1904 fallece a la edad
de 12 años.
Su proceso de beatificación fue impulsado por
la atribución a Laura de un milagro en favor de la religiosa perteneciente a la
Congregación de las Hijas de María Auxiliador. Esta religiosa estuvo afectada
por problemas en sus pulmones, provocando que fuese bastante delicada de salud.
El 3 de setiembre de 1988 fue beatificada por el papa San Juan Pablo II, en
medio de las celebraciones del centenario de la muerte de San Juan Bosco.
Beata Chiara Badano
Chiara Badano nació el 29 de octubre de 1971,
siendo sus padres Ruggero y María Teresa Badano en el pequeño pueblo de
Sassello, Italia. La pareja esperó y rezó durante once años antes de poder
tener a Chiara. La consideraban su más grande bendición. Mientras Ruggero
trabajaba conduciendo camiones, Maria Teresa permanecía en casa criando a
Chiara. Intentó enseñar a su hija a amar y servir a aquellos que padecen
necesidad. Cuando estaba en jardín de infantes, Chiara ahorraba su dinero para
donarlo a las misiones de África. En la escuela primaria, siempre solía regalar
su almuerzo a algún compañero menos afortunado. Incluso cuando su madre comenzó
a mandarla a la escuela con dos almuerzos, Chiara simplemente regalaba los dos.
Chiara creció con una relación fuerte y saludable con sus padres, pero no
siempre les obedecía y peleaba con ellos ocasionalmente. Ya a temprana edad, un
poco más de 9 años, es atraída por la novedad de la espiritualidad de la unidad
de Chiara Lubich (Movimiento Focolares).
Durante el verano de 1988, cuando tenía 16
años, Chiara tuvo una experiencia que le cambió la vida en Roma con el
Movimiento de los Focolares. Le escribió a sus padres, «Este es un momento muy
importante para mí: es un encuentro con Jesús Abandonado. No ha sido fácil
abrazar este sufrimiento, pero esta mañana Chiara Lubich explicó a los niños
que debemos ser la esposa de Jesús Abandonado».
A esa misma edad, la vida de Chiara sufriría un
nuevo cambio, esta vez debido a la enfermedad. Chiara sintió un dolor punzante
en el hombro mientras jugaba tenis. Al principio no le dio mayor importancia,
pero cuando la presencia de este dolor se prolongó misteriosamente, se sometió
a una serie de pruebas. Los médicos descubrieron que tenía una forma de cáncer
óseo poco usual y sumamente doloroso, osteosarcoma.
A lo largo del tratamiento, Chiara se negó a
tomar morfina para poder estar consciente. Sentía que era importante conocer su
enfermedad y dolor de forma tal que pudiese ofrecer su sufrimiento. Dijo,
«Reduce mi lucidez y hay una sola cosa que puedo hacer ahora: ofrecer mi
sufrimiento a Jesús porque quiero compartir su sufrimiento en la cruz lo máximo
posible». Chiara fue capaz de dar testimonio a sus padres, amigos y médicos del
hospital de Turín. Uno de sus doctores, el Dr. Antonio Delogu, dijo, «A través
de su sonrisa, y sus ojos llenos de luz, nos mostró que la muerte no existe;
sólo la vida». Una amiga del Movimiento de los Focolares dijo, «Al principio
pensábamos en visitarla para conservar su buen ánimo, pero muy pronto
entendimos que, de hecho, nosotros éramos quienes la necesitábamos. Su vida era
como un imán que nos atraía a ella».
Antes de morir, le dijo a su madre, «¡Oh Mamá,
los jóvenes... los jóvenes... son el futuro. Ya no puedo correr más, pero cómo
me gustaría poder pasarles la antorcha, como en las Olimpíadas! Los jóvenes
tienen tan sólo una vida y vale la pena vivirla bien». Durante sus horas
finales, Chiara realizó su última confesión y recibió la eucaristía. Acompañada
por su familia, rezaron juntos «Ven Espíritu Santo». Chiara Badano murió a las
4:00 de la madrugada del 7 de octubre de 1990, acompañada de sus padres. Sus
últimas palabras fueron «Adiós mamá, sé feliz porque yo lo soy».
En diciembre de 2009, el Papa Benedicto XVI
reconoció el milagro de un joven italiano cuyos padres pidieron intercesión a
Chiara para curarlo de meningitis, enfermedad que estaba destruyendo sus
órganos. Los médicos no pudieron explicar su súbita recuperación. Chiara Badano
fue declarada “Beata” de la Iglesia Católica el 25 de septiembre de 2010 en el
Santuario de Nuestra Señora del Divino Amor.
Venerable Montse Grases
Montserrat Grases nació en Barcelona en 1941,
en una familia católica de gran religiosidad, y que contaba con ocho hijos. Sus
padres le enseñaron a rezar con confianza y a preocuparse por los demás. Desde
pequeña, cada noche pedía: «Dios mío, haznos buenos, a Enrique, a Jorge y a
mí». Con el nacimiento de nuevos hermanos esta oración se fue alargando. En la
familia, Montse asimiló algunos de los rasgos de su carácter: la alegría, la
sencillez, el orden, el olvido de sí y la preocupación por los demás.
Con unas compañeras de escuela, visitaba a los
pobres de los suburbios, daba catequesis a niños y, en ocasiones, les llevaba
juguetes o caramelos. Por ejemplo, cuando cooperaba en las cuestaciones de la
Cruz Roja, era la que colocaba más banderitas, porque se presentaba
puntualmente y colaboraba hasta el final.
Al llegar a la adolescencia, su madre la animó
a frecuentar un centro del Opus Dei, donde se ofrecía formación cristiana y
humana a chicas jóvenes. De este modo natural, se esforzó por mejorar su carácter,
ser más piadosa y acercar a los demás al amor de Dios. Poco a poco se dio
cuenta de que Dios le dirigía una llamada personal y, el 24 de diciembre de
1957 tras meditarlo con calma y pedir consejo, solicitó ser admitida en el
Opus Dei. Experimentó un inmenso gozo espiritual en la entrega generosa al
Amor: era un don del Espíritu Santo que la acompañó hasta el final y que supo
contagiar a su alrededor.
Durante una excursión con un grupo de amigas en
La Molina, en el invierno de 1957 a 1958, se cayó. A pesar de no dar
importancia a la caída fue al médico, pero el dolor siguió aumentando hasta que
medio año después, en junio de 1958, le fue diagnosticada sarcoma de Ewing en
la pierna, una enfermedad incurable y mortal a corto plazo. Hizo 30 sesiones diarias
seguidas de radioterapia. La enfermedad le provocaba dolores intensos que
asumía con fortaleza, alegría y resignación. Montse transmitía paz en la
enfermedad y la muerte, porque pensaba en la cruz de Jesús y en María
santísima. Cuando ya no podía salir de casa, recibía numerosas visitas. Lo
extraordinario de Montse en esas circunstancias era precisamente su normalidad:
evitaba ser el centro de atención o que la compadecieran; al contrario, se
interesaba por las necesidades de los demás. Los que estuvieron cerca de ella
fueron testigos de su progresiva unión con Dios y de que transformaba el
sufrimiento en oración y en apostolado.
Murió en Barcelona el 26 de marzo de 1959.
Según los testigos, murió serenamente mientras decía: "Virgencita: ¡Cuánto
te quiero! ¿Cuándo me vendrás a buscar?".
El 26 de abril de 2016, el Papa Francisco, con
el voto favorable de la Congregación de las Causas de los Santos, autorizó que
se publique el decreto por el que se declara venerable a Montse Grases.
Venerable
Alexia Gonzales-Barros
Nació en Madrid el 7 de marzo de 1971 y fue la
menor de siete hermanos. Sus padres,
Francisco y Moncha, vivían la fe cristiana con naturalidad. Desde los 4 años
fue alumna del colegio Jesús Maestro, de la Compañía de Santa Teresa de Jesús,
donde se la recuerda mucho y en cuya capilla solía rezar a diario. Al cumplir 8
años, hizo su primera comunión en la iglesia de Santa María de la Paz, en Roma,
y durante ese viaje familiar consiguió saludar a san Juan Pablo II y al beato
Álvaro del Portillo. Durante el bachillerato, comenzó a acudir también a un
centro juvenil del Opus Dei, donde participaba con sus amigas en las catequesis
y en otras actividades de carácter cultural y espiritual.
A la edad de 13 años, se le diagnostica una
enfermedad incurable llamada sarcoma de Ewing.
Las operaciones y los procesos de recuperación iban acompañados de
grandes dolores. Ella edificaba a todos con su paz y su capacidad de mantener y
transmitir alegría en medio de la enfermedad. Ofrecía sus dolores y sufrimiento
por la Iglesia y por sus familiares y amigos. Hasta los últimos momentos
repetía con frecuencia aquella jaculatoria que solía usar cuando se encontraba
ante el sagrario, para saludar al Señor: “Jesús, que yo haga siempre lo que Tú
quieras”.
Muere a la edad de 14 años. Desde 2004 su
cuerpo descansa en la madrileña iglesia de San Martín de Tours. El sepulcro de
Alexia se encuentra en el primer tramo de la nave lateral izquierda, bajo un
óleo que representa a la Virgen adolescente, leyendo en compañía de sus padres,
san Joaquín y santa Ana. Desde entonces acuden hasta allí numerosos amigos y
devotos, para pedir su intercesión ante el Señor.
Fue declarada venerable por el Papa Francisco
el 4 de julio del 2018.
Yasmín Oré
Sigue mi blog en instagram para estar actualizada:
merit casino bonus codes 2019
ResponderEliminarmerit casino bonus 바카라사이트 codes 2019. Claim your top promotions on top of your online casino bonus, sports betting, online 1xbet korean poker, casino and live dealer games at 메리트카지노총판